En 1959, Eysenck introduce el término terapia de conducta para referirse
a aquella psicoterapia basada en los principios de aprendizaje (clásico y
operante) y en una metodología científica de tratamiento. En la década de 1960,
se desarrolla por Bandura (1969) el tercer tipo de aprendizaje humano relevante:
el aprendizaje por imitación o modelado. En la siguiente década, los años
setenta comienzan a cuestionarse la suficiencia de los modelos conductuales
basados exclusivamente en el condicionamiento y aparecen los llamados modelos
cognitivos-conductuales como el paradigma A-B-C
(Acontecimiento-Cognición-Consecuencia) de Ellis (1962), los enfoques
cognitivos de la depresión de Beck (1966), los métodos de inoculación al estrés
de Meichenbaum (1977) y la teoría de las expectativas de auto eficacia de Bandura
(1977) dentro de su enfoque de aprendizaje social.
Actualmente la terapia o modificación de conducta tiene aplicación en un
rango muy amplio de problemas y es reconocida como uno de los enfoques más
influyentes y prestigiosos en el terreno de la salud mental.
TÉCNICAS CONDUCTUALES
1. IMPLOSIÓN: En la técnica de
implosión se expone al orientado de forma continua y repetida a los estímulos
temidos y evitados, con el propósito de provocar una respuesta emocional
intensa y facilitar de este modo el proceso de extinción.
A diferencia de la desensibilización sistemática, en la que se da una exposición en dosis que aumenta de manera progresiva, la implosión se refiere al contacto con dosis masivas de los estímulos que provocan la ansiedad (Gonzáles, 1999).
A diferencia de la desensibilización sistemática, en la que se da una exposición en dosis que aumenta de manera progresiva, la implosión se refiere al contacto con dosis masivas de los estímulos que provocan la ansiedad (Gonzáles, 1999).
2. INUNDACIÓN: En esta técnica
se presentan al orientado los estímulos temidos durante largos períodos
mientras se impide la respuesta de evitación. Las sesiones duran
aproximadamente cuarenta o sesenta minutos y las escenas suelen ser menos
exageradas que en la técnica de implosión.
Borden en Martín y Pear (1999) explica, como ejemplo, que una fobia a las alturas podría tratarse mediante este recurso de la inundación, haciendo que la persona mire por la ventana de un primer piso, luego del tercero, después del séptimo y finalmente desde el techo de un edificio de diez pisos.
El estímulo temido puede presentarse utilizando la imaginación o en vivo, aunque se prefiere el último pues aumenta la intensidad de la ansiedad. Sin embargo, no e ha comprobado que efectivamente este método sea más eficaz.
Borden en Martín y Pear (1999) explica, como ejemplo, que una fobia a las alturas podría tratarse mediante este recurso de la inundación, haciendo que la persona mire por la ventana de un primer piso, luego del tercero, después del séptimo y finalmente desde el techo de un edificio de diez pisos.
El estímulo temido puede presentarse utilizando la imaginación o en vivo, aunque se prefiere el último pues aumenta la intensidad de la ansiedad. Sin embargo, no e ha comprobado que efectivamente este método sea más eficaz.
3. MODELADO PARTICIPANTE: En
esta técnica, descrita por Martin y Pear (1999), se modelan aproximaciones en
forma gradual al estímulo temido. Estos autores citan el siguiente ejemplo: si
una persona sufre de fobia a los pájaros, el terapeuta puede mirar a un
periquito que está dentro de una jaula, a una distancia de tres metros,
mientras la persona observa la escena. Luego, el terapeuta le pide que imite su
conducta y lo elogia si la realiza. Después se repite el proceso acortando las
distancias, al lado de la jaula, con la jaula y así sucesivamente. Parece
que esta estrategia resulta eficaz para ayudar a superar el temor de la
persona.
4. ENTRENAMIENTO ASERTIVO: Este
tipo de entrenamiento está indicado para tratar la ansiedad ante situaciones
interpersonales. Uno de los principales autores que desarrolló esta técnica fue
Wolpe, quien define la conducta asertiva como “la expresión d cualquier emoción
distinta a la ansiedad hacia otra persona”. (Feixas y Miró. 1993: 186).
Se supone que las respuestas de asertividad y ansiedad son incompatibles y que se puede recondicionar la ansiedad que una persona siente ante situaciones como hablar en público o ser evaluada. Antes de realizar el entrenamiento asertivo se evalúa conductualmente el nivel de asertividad del orientado.
La persona poco asertiva es aquella que tiene dificultades para expresar sus emociones y sentimientos de forma espontánea y permite que otros decidan por ella. Cuando se decide que el entrenamiento asertivo es necesario, se elaboran situaciones en las que el orientado tiene dificultad para ser asertivo y se realizan ensayos de conducta en los que se emplea el modelado (el terapeuta actúa como modelo) y la retroalimentación y se finaliza asignando tareas para que el orientado realice en su contexto real. El propósito es que este pueda actuar asertivamente sin experimentar ansiedad.
Se supone que las respuestas de asertividad y ansiedad son incompatibles y que se puede recondicionar la ansiedad que una persona siente ante situaciones como hablar en público o ser evaluada. Antes de realizar el entrenamiento asertivo se evalúa conductualmente el nivel de asertividad del orientado.
La persona poco asertiva es aquella que tiene dificultades para expresar sus emociones y sentimientos de forma espontánea y permite que otros decidan por ella. Cuando se decide que el entrenamiento asertivo es necesario, se elaboran situaciones en las que el orientado tiene dificultad para ser asertivo y se realizan ensayos de conducta en los que se emplea el modelado (el terapeuta actúa como modelo) y la retroalimentación y se finaliza asignando tareas para que el orientado realice en su contexto real. El propósito es que este pueda actuar asertivamente sin experimentar ansiedad.
5. REFUERZO POSITIVO: Los
refuerzos positivos se emplean para aumentar la probabilidad de que una
respuesta esperada ocurra. El refuerzo es más eficaz cuando se aplica de
inmediato a la conducta; es necesario observar sus efectos funcionales debido a
que puede ser una recompensa para una persona, pero no serlo para otra. El
refuerzo que más se utiliza es el social.
Los procedimientos de reforzamiento son una parte fundamental de gran variedad de programas de cambio conductual.
Podría decirse que el refuerzo positivo es una recompensa. Según Martín y Pear (1991:30) el principio de este establece que
“Si en una situación dada una persona hace algo que es seguido inmediatamente por un reforzador positivo, es más probable que esa persona haga de nuevo la misma cosa cuando se enfrente a una situación familiar”
El refuerzo positivo ocurre en la vida de todas las
personas, por ejemplo, cuando un niño hace algo y un adulto le responde con
afecto, el niño tiende a repetir esa conducta con más frecuencia. Ese suceso
(en este caso la muestra de afecto) que surge como consecuencia de la conducta,
se denomina reforzador positivo. Este tipo de reforzados de emplea, como se
mencionó, con el fin de aumentar o mantener ciertas conductas. Así por ejemplo,
los maestros pueden utilizar refuerzos como determinados privilegios con sus
estudiantes para que estos continúen con un buen aprovechamiento en sus
estudios.
Existen diversos factores que deben tomarse en
cuenta para hacer un uso efectivo del reforzamiento positivo. En primer lugar,
debe identificarse de forma específica el o los comportamientos que van a
reforzarse. En segundo lugar, deben seleccionarse los refuerzos apropiados. En
tercer lugar, deben tomarse en cuenta otros aspectos como la inmediatez en la
presentación del refuerzo, la privación y la saciedad, la cantidad de
reforzamiento y la novedad del refuerzo.
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